¿Para qué un Código si esto solo es sexo?
No se cuántas veces he encontrado esta pregunta en no pocas personas cercanas a los grupos Leather, fetichistas, BDSM y otros que se han integrado a hacer una vida pública por medio de la red, metidos en medio de un gran menú de opciones en que se ofrecen orgías, fiestas de sexo, swingers, hard sex, sexo a tope y otras experiencias; pero el ambiente Leather tiende, igual que sus integrantes, a tomar las cosas con calma, practicar el meditar antes de actuar y saber esperar el momento preciso en que se puede ofrecer una opción menos sexual y sí más social.
El Código de Caballeros nació en tiempos en que buscar a otro hombre de parte de un homosexual no era nada seguro, ante sitios tan limitados y clandestinos muchas veces era un riesgo muy grande el siquiera acercarse a otro hombre y dar a entender lo que se buscaba, desde una constante y desgastante indiferencia hasta un abierto y no pocas veces violento rechazo; no eran tiempos seguros.
Para la generación de la Vieja Guardia su aprendizaje venido de los combatientes de las Guerras Mundiales tuvo que adecuarse a que eran civiles y por tanto metidos en medios abiertos y poco controlados, en el plano militar no había opciones, permisos ni salidas, la guerra los hizo amigos fraternos, la Vieja Guardia se veía constantemente amenazada con la avanzada de otras opciones o el hartazgo de algunos que solo quería disfrutar su apenas entendida sexualidad, podían ser libres en irse y no volver; había que tener algo más.
El Código como tal es una sencilla manera de respeto entre personas que asumen una igualdad de trato en que la forma es tan importante como el contenido, en vez de preguntas y actitudes que puedan intimidar se presenta una manera muy directa de decir las cosas y por lo mismo entenderse, el punto de la vestimenta, la imagen que permite pasar barreras y condiciones que para los que son ajenos son prácticamente insuperables, se complementa con la actitud de que sin importar de dónde o cómo has llegado ante otro Leather, ambos puedan hablar y socializar sin tener que ir adivinando intenciones, el quitar significados ocultos y dejar los calificativos de “fuerte” y “peligroso” que se aplican a ciertas palabras a un lado y dar paso a la franqueza, iniciando un flujo interesante en la comunicación entre dos hombres que apenas momentos antes eran desconocidos y en otras circunstancias completamente ajenos.
El Honor, saber tener palabra y sostenerla, fue por mucho tiempo lo que distinguía al caballero del hombre común, haciendo que la distinción entre el gentil hombre o GENTLEMAN sobrepasara términos de casta o nobleza como los Señores, Sirs, Lords y demás términos usados para distinguir el trato de iguales al trato entre Dominantes y servidores; puede un hombre no saber usar los cubiertos, pero si tener la capacidad de saber prestar atención a un problema y entender que alguien necesitaba ser escuchado sin pedir más.
La Integridad, que no pocas veces choca con el ritmo actual de que todo puede ser cambiado o modificado en nombre de cosas que calificamos de mejores, superiores, prácticas y otros términos ligados a las soluciones modernas y la búsqueda de culpables para no asumir el peso de nuestras decisiones, aunque no es tampoco la resignación ante los actos pasados y sus consecuencias, sino la libertad que hay en poder escoger e incluso decidir no hacerlo aunque esos hombres de principios se vayan perdiendo a favor de la inmediatez de la actualidad.
El Compromiso, palabra en que el sentido de Largo Plazo se vuelve relativo, no podemos conceder dicha capacidad a quien no cumple un acuerdo o decide no acatar lo pactado, tan solo por sentir que algo ha fallado en el otro, no hacemos las cosas para probar si somos capaces, las hacemos porque sabemos que está bien llevar a término lo que hemos decido con otros llevar a cabo.
La Templanza, el signo contrario a los excesos no es la abstinencia o la renuncia a todo deseo, en esta vida todo esta permitido siempre y cuando sea algo agradable para todos, no solo para uno mismo. El placer es la primera búsqueda humana que debe hacerse bajo esa consigna.
En alguna parte me han dicho que el Caballero Moderno no es el Gentleman sino el Leatherman, no lo creo tan cierto, pues siguen habiendo hombres que se saben comportar y asumir las cosas en nombre de un bien común y una finalidad mayor; las Hermandades, Comunidades y otras agrupaciones tienden a ser flexibles, sobre todo hacia dentro, los miembros reconocen que están, como en el concepto del Círculo, a una misma distancia del centro, el tener un Código los ayuda a comprometerse con una causa y ante todo con su propia concepción de ser y sentirse hombres en una sociedad que ha perdido el más por el menos tan solo porque la medianía puede llegar a ser el patrón de conducta social y no el paradigma a replantear.
Y para quien le hizo la pregunta con la cual inicié hoy, pues también buscamos y tenemos sexo cuando nos agrada la idea, pero en esas conductas también apelamos a lo que nos dicta la consciencia y no lo que nos confunde en los instintos, de ser así no habríamos avanzado en nada y no tendríamos siquiera los medios que ahora se usan para cosas tan frívolas como buscar sexo sin compromiso, pero, por suerte, no solo es ni será para esa única búsqueda.
Gerardo Spíndola